Afectación, daño y sobreexplotación
Los humedales —y en especial los manglares— son algunos de los ecosistemas más impactados ambientalmente a nivel mundial. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la superficie mundial de bosque de manglar disminuyó de 18.8 millones de hectáreas en 1980 a 15.2 millones de hectáreas en 2005, lo que representa una tasa mundial anual de deforestación de 105 mil hectáreas.
De acuerdo con la publicación “Informe de la Situación del Medio Ambiente en México 2002”, de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, en los últimos 20 años se ha perdido 65% de la superficie cubierta por manglares en nuestro país, y cada año se deforestan casi 10 mil hectáreas de manglar.
Las causas del deterioro y la destrucción de los manglares son diversas y son resultado del impacto —ya sea directo o indirecto— de actividades humanas externas o internas al manglar; entre ellas se cuentan:
Los cambios del hábitat por sobreexplotación de recursos y prácticas no sostenibles de uso y aprovechamiento. La fragmentación del humedal costero o la canalización excesiva por obras de uso agropecuario.
De acuerdo con la publicación “Informe de la Situación del Medio Ambiente en México 2002”, de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, en los últimos 20 años se ha perdido 65% de la superficie cubierta por manglares en nuestro país, y cada año se deforestan casi 10 mil hectáreas de manglar.
Las causas del deterioro y la destrucción de los manglares son diversas y son resultado del impacto —ya sea directo o indirecto— de actividades humanas externas o internas al manglar; entre ellas se cuentan:
Los cambios del hábitat por sobreexplotación de recursos y prácticas no sostenibles de uso y aprovechamiento. La fragmentación del humedal costero o la canalización excesiva por obras de uso agropecuario.
- La apertura o la clausura total o parcial de bocas al mar, así como la construcción de obras que modifican la línea de costa para uso portuario o de navegación.
- La desecación o el relleno de humedales costeros para cambiar el uso del suelo con fines de desarrollo urbano, desarrollo turístico, establecimiento de rellenos sanitarios o tiraderos, o construcción de caminos u obras de infraestructura.
- La reducción del escurrimiento o del caudal de ríos y arroyos debida al desmonte en las zonas de captación y la construcción de obras de infraestructura.
- El asolvamiento o la sedimentación excesivas resultado de la erosión aguas arriba debida a malas prácticas de conservación de suelos.
- La contaminación, desde aguas arriba, por sustancias de uso agrícola y residuos vertidos en cauces, o desde el mar, por residuos de la navegación o la actividad petrolera.
- Los fenómenos hidrometeorológicos extremos; aunque no son provocados por los seres humanos, sí son ahora más severos y frecuentes como consecuencia del cambio climático global.
Amenaza | Grado de riesgo |
Tendencia |
Desastres naturales | Alto |
Aumento |
Acuicultura | Alto |
Aumento |
Desarrollo urbano e industrial | Medio-alto |
Aumento |
Contaminación costera | Medio-alto |
Aumento |
Actividades acuáticas, presas hidráulicas | Bajo-alto |
Aumento |
Deficiencias en el manejo | Bajo-alto |
Estable |
Sobrepoblación | Bajo-medio |
Aumento |
Producción de sal | Bajo-medio |
Descenso |
Turismo | Bajo-medio |
Aumento |
Sobreexplotación | Bajo |
Estable o descenso |
Manejo forestal | Bajo |
Estable |
Agricultura | Bajo |
Estable o descenso |
Minería | Bajo |
Descenso |
Amenazas a los manglares de Centro y Sudamérica ordenadas según el grado de riesgo que presentan. (adaptado de Principles for a Code of Conduct for the Management and Sustainable Use of Mangrove Ecosystems. CenTER Aarhus / Isme / World Bank, julio de 2004).
Restauración de manglares
Según científicos expertos, es posible reforestar los manglares, pero resulta difícil y la mayoría de los casos no son exitosos, pues los manglares existen donde se presentan determinadas condiciones ambientales.
Es común que las plántulas de mangle mueran porque fueron cultivadas en condiciones distintas a las del lugar en que luego son sembradas. Los proyectos que han tenido éxito son escasos y han requerido una gran inversión.
Además, las funciones ambientales del manglar no se replican simplemente porque se logre la permanencia de los mangles. El manglar es un ecosistema complejo que depende de la interacción entre los flujos de agua y la biota que alberga.
Los manglares que presentan deterioro tienen cierta capacidad propia de recuperación, siempre y cuando no se interrumpa el movimiento de mareas y existan semillas de mangle en sitios próximos.
Cuando el movimiento del agua es normal en el manglar, pero las semillas o propágulos no pueden alcanzar el sistema, entonces se recurre a la siembra.Para alcanzar una restauración de manglar exitosa se debe tomar en cuenta los siguientes aspectos:
a) Especies de manglar propias del área a restaurar.
b) Patrones hidrológicos adecuados.
c) Modificaciones en el ambiente que impiden la regeneración natural.
d) Restablecer la hidrología adecuada, intentar que los propágulos aparezcan de forma natural.
e) Intentar que los propágulos o plantas jóvenes sean cultivadas en condiciones semejantes al área donde serán sembradas, para así reducir el riesgo de mortalidad.
Se han realizado proyectos exitosos de reforestación de manglares en Veracruz, Chiapas, Campeche, Quintana Roo y otras entidades. Entre el 2004 y el 2005, gracias al trabajo realizado por la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR), un total de 1,339 hectáreas de manglar fueron restauradas en México.
Es común que las plántulas de mangle mueran porque fueron cultivadas en condiciones distintas a las del lugar en que luego son sembradas. Los proyectos que han tenido éxito son escasos y han requerido una gran inversión.
Además, las funciones ambientales del manglar no se replican simplemente porque se logre la permanencia de los mangles. El manglar es un ecosistema complejo que depende de la interacción entre los flujos de agua y la biota que alberga.
Los manglares que presentan deterioro tienen cierta capacidad propia de recuperación, siempre y cuando no se interrumpa el movimiento de mareas y existan semillas de mangle en sitios próximos.
Cuando el movimiento del agua es normal en el manglar, pero las semillas o propágulos no pueden alcanzar el sistema, entonces se recurre a la siembra.Para alcanzar una restauración de manglar exitosa se debe tomar en cuenta los siguientes aspectos:
a) Especies de manglar propias del área a restaurar.
b) Patrones hidrológicos adecuados.
c) Modificaciones en el ambiente que impiden la regeneración natural.
d) Restablecer la hidrología adecuada, intentar que los propágulos aparezcan de forma natural.
e) Intentar que los propágulos o plantas jóvenes sean cultivadas en condiciones semejantes al área donde serán sembradas, para así reducir el riesgo de mortalidad.
Se han realizado proyectos exitosos de reforestación de manglares en Veracruz, Chiapas, Campeche, Quintana Roo y otras entidades. Entre el 2004 y el 2005, gracias al trabajo realizado por la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR), un total de 1,339 hectáreas de manglar fueron restauradas en México.
Aprovechamiento de recursos
Los manglares son importantes como recurso natural y también en términos de protección del ambiente; ambos aspectos son insepararables. Los manglares no deben considerarse solamente como bosques, sino también como productores de alimentos pues contribuyen a la cadena alimentaria marina y porque varias especies de animales marinos de importancia comercial pasan al menos parte de su ciclo vital en ellos.
La silvicultura de los manglares, el cultivo en estanques de agua salobre y la agricultura constituyen las formas principales de uso de la tierra en la zona alta intermareal. En algunas zonas es importante la producción de sal marina por evaporación solar.
La tala indiscriminada puede reducir la vegetación a un matorral abierto, que con el tiempo dará lugar a otras formas de uso de la tierra. Cerca de las zonas urbanas también se sanean terrenos para viviendas, zonas industriales y vertederos de basura. Al principio, esto puede parecer económicamente ventajoso, pero ello no considera los efectos socioeconómicos y ambientales.
Silvicultura
Casi todas las especies de mangle se emplean localmente como leña. El género Rhizophora es particularmente popular por su madera pesada que arde uniformemente y produce poco humo. Los mangles pueden alcanzar grandes dimensiones; algunas especies del género Rhizophora pueden sobrepasar los 40 metros de altura, pero no son muy buenas para obtener madera. La madera de mangle suelen usarse como material para postes y para techar.
Los manglares se pueden mantener como franjas protectoras a lo largo de las costas y ciertos cauces fluviales, con el objeto de evitar la erosión y para que sirvan como fuentes de semillas.
Pesca
La pesca es comúnmente la principal fuente de alimentos de los habitantes de las zonas de manglares. En el golfo de México, hasta 90% de la captura comercial y 70% de la pesca deportiva se componen de especies que dependen del hábitat de estuario durante todo o parte de su ciclo vital.
Es difícil evaluar la importancia de los manglares para la pesca. Las estadísticas de pesca suelen ser incompletas y tienden a subestimar los desembarques. Además, la intensidad de la pesca varía considerablemente; a menudo la captura se desembarca lejos de las zonas de pesca, y las poblaciones de peces y camarones pueden desplazarse a distancias considerables. Por último, las estimaciones de las zonas de manglares también son incompletas. Pese a estas dificultades, se ha determinado una interrelación entre los desembarques de camarones y las zonas de manglares.
Acuicultura de agua salobre
Grandes zonas de manglares han sido transformadas en estanques para la acuicultura de agua salobre. El nivel de producción varía considerablemente. El cultivo extensivo utiliza crías de fuentes naturales, y en los estanques no se realiza una alimentación o fertilización complementaria. El cultivo intensivo incluye fertilización, alimentación complementaria, control de plagas y manejo de cepas. Predominan los métodos tradicionales, y hay muchas posibilidades de mejorar los rendimientos.
Se precisa suficiente cantidad de agua limpia. Los estanques para la acuicultura no deben construirse en zonas de aguas contaminadas, ya que resultan tan nocivas como lo serían para la vida marina en aguas más abiertas.
Acuicultura de mar abierto
A diferencia del cultivo en estanques de agua salobre, que entraña el desmonte de los manglares, la acuicultura de mar abierto, que se interesa por los peces y moluscos, no afecta el manglar como tal.
Las ostras, mejillones, almejas y berberechos se cultivan en muchos países aprovechando las condiciones naturales del estuario. El cultivo de los moluscos en pequeña escala solamente requiere procedimientos sistemáticos de cría y la disposición de muchos lugares adecuados para depositar las huevas (nidadas), por ejemplo, pequeñas rocas, bloques de hormigón, ramas de árboles o conchas de ostras vacías, diseminadas sobre el fondo marino. Los rendimientos son relativamente altos.
Algacultura
Las líneas costeras de manglares con fondos arenosos ofrecen oportunidades para el cultivo de algas, el cual se realiza en fondos fangosos poco profundos que no sean viscosos y queden totalmente cubiertos durante la bajamar. El cultivo de algas puede ser ventajoso desde el punto de vista económico, y tiene buen potencial de exportación a países asiáticos como Japón o Corea.
Producción de sal
En algunas zonas de escasa precipitación se han limpiado manglares para emplazar evaporadoras de sal. Sin embargo, se puede obtener sal más barata mediante la minería moderna de la sal de roca con gran insumo de capital, que podría llegar a eliminar la justificación económica de la producción de sal por evaporación solar del agua de mar. La producción de sal no parece afectar otras formas de uso de la tierra, salvo en lo que respecta a la competencia por las mismas zonas.
Agricultura
En algunas regiones se ha intentado el saneamiento de los manglares con fines agrícolas. No obstante, en varios casos los terrenos de manglares que inicialmente arrojaban rendimientos razonables, tuvieron que ser abandonados después de pocos años. En general, los suelos de los manglares no son adecuados para la agricultura porque se convierten en suelos bisulfatados de bajo rendimiento que se forman en los sedimentos depositados por el agua salobre o de mar, cuya mejora resulta costosa.
Valoración de servicios ambientales del manglar
Los resultados obtenidos en cada estudio de valoración de los servicios ambientales de los manglares varían según la metodología utilizada, las variables y los criterios aplicados, el lugar de referencia, el servicio ambiental o conjunto de éstos que se considere, y la problemática o el objetivo particular que se busca atender. Bastan algunos ejemplos:
En 2006, la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR) asignó un valor de alrededor de 11 mil pesos por hectárea de manglar; es decir cerca de un peso el metro cuadrado. En el mismo documento deteminó costos de referencia para reforestar, restaurar y mantener un manglar. En cambio, en 2008, un estudio en el Golfo de California estimó un valor anual medio mayor de 37 mil dólares por hectárea de manglar de franja, al considerar los servicios de los manglares para las pesquerías.
En los Estados Unidos de América, en 1974, Gosselink, Odum y Pope expusieron las dificultades de estimar correctamente el valor de los recursos naturales utilizando un novedoso sistema de cuatro niveles de evaluación para determinar el valor monetario de las salinas de las costas del Atlántico meridional y del Golfo de los Estados Unidos: como primer nivel de evolución, atribuyeron el valor de zonas de pesca a la zona de las salinas; como segundo nivel, estimaron el potencial del cultivo de ostras, y como tercer nivel, determinaron el valor del tratamiento libre de los desechos de las salinas, de acuerdo con el costo que supone ese mismo trabajo en plantas de tratamientos de desechos. Por último, calcularon el valor total del apoyo biológico, multiplicando la producción primaria bruta por la proporción entre el producto nacional bruto y el consumo de energía. Los manglares son especialmente valiosos para la vida humana porque brindan innumerables servicios ambientales presentes y futuros. Tales servicios abarcan aquellos relacionados con su aprovechamiento directo —extractivo y no extractivo— por parte de las comunidades locales, y también otros servicios ambientales indirectos que son fundamentales para las comunidades y regiones aledañas además de tener efectos de mayor escala.
No obstante, estos importantes servicios ambientales suelen ser poco considerados cuando se toman decisiones de carácter económico que directa o indirectamente afectan la conservación o el aprovechamiento de los manglares.
Desde la perspectiva de la economía ambiental, esto es atribuible a dos causas: por un lado, al hecho de que este tipo de bienes y servicios suele no contar con derechos de propiedad claramente definidos; por otro lado, a que la mayor parte de estos beneficios ambientales no son mercancías y por ello no se incluyen en el precio de intercambio comercial que se considera al decidir sobre su uso productivo.
La aplicación de los métodos y los conceptos de la economía ambiental para asignar correctamente el valor económico de los ecosistemas permite no subestimar los costos asociados con las decisiones sobre el uso o la conservación de los recursos naturales.
Al determinar un valor de mercado, se fundamentan las decisiones de los poseedores o los usuarios, los interesados o los beneficiarios del uso directo o indirecto, individual o comunitario, de los bienes y los servicios ambientales, y se comprenden mejor los retos de su conservación.
La economía ambiental reconoce que el valor económico que se asigne en cada caso por los especialistas no necesariamente corresponde al valor real que estos bienes y servicios tienen para la vida humana y los ecosistemas a los que pertenecen, ya que la mayor parte de ellos son inasibles, inmensurables y por tanto invaluables.
Así pues, se trata únicamente de ejercicios susceptibles de ser aplicados en el interés de favorecer la sustentabilidad del planeta, con sus propias limitaciones y alcances en función del análisis específico que se realice con ellos. La valoración económica de los bienes y los servicios ambientales en general, así como sus implicaciones en términos de política, constituyen aún un tema de debate.
En 2006, la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR) asignó un valor de alrededor de 11 mil pesos por hectárea de manglar; es decir cerca de un peso el metro cuadrado. En el mismo documento deteminó costos de referencia para reforestar, restaurar y mantener un manglar. En cambio, en 2008, un estudio en el Golfo de California estimó un valor anual medio mayor de 37 mil dólares por hectárea de manglar de franja, al considerar los servicios de los manglares para las pesquerías.
En los Estados Unidos de América, en 1974, Gosselink, Odum y Pope expusieron las dificultades de estimar correctamente el valor de los recursos naturales utilizando un novedoso sistema de cuatro niveles de evaluación para determinar el valor monetario de las salinas de las costas del Atlántico meridional y del Golfo de los Estados Unidos: como primer nivel de evolución, atribuyeron el valor de zonas de pesca a la zona de las salinas; como segundo nivel, estimaron el potencial del cultivo de ostras, y como tercer nivel, determinaron el valor del tratamiento libre de los desechos de las salinas, de acuerdo con el costo que supone ese mismo trabajo en plantas de tratamientos de desechos. Por último, calcularon el valor total del apoyo biológico, multiplicando la producción primaria bruta por la proporción entre el producto nacional bruto y el consumo de energía. Los manglares son especialmente valiosos para la vida humana porque brindan innumerables servicios ambientales presentes y futuros. Tales servicios abarcan aquellos relacionados con su aprovechamiento directo —extractivo y no extractivo— por parte de las comunidades locales, y también otros servicios ambientales indirectos que son fundamentales para las comunidades y regiones aledañas además de tener efectos de mayor escala.
No obstante, estos importantes servicios ambientales suelen ser poco considerados cuando se toman decisiones de carácter económico que directa o indirectamente afectan la conservación o el aprovechamiento de los manglares.
Desde la perspectiva de la economía ambiental, esto es atribuible a dos causas: por un lado, al hecho de que este tipo de bienes y servicios suele no contar con derechos de propiedad claramente definidos; por otro lado, a que la mayor parte de estos beneficios ambientales no son mercancías y por ello no se incluyen en el precio de intercambio comercial que se considera al decidir sobre su uso productivo.
La aplicación de los métodos y los conceptos de la economía ambiental para asignar correctamente el valor económico de los ecosistemas permite no subestimar los costos asociados con las decisiones sobre el uso o la conservación de los recursos naturales.
Al determinar un valor de mercado, se fundamentan las decisiones de los poseedores o los usuarios, los interesados o los beneficiarios del uso directo o indirecto, individual o comunitario, de los bienes y los servicios ambientales, y se comprenden mejor los retos de su conservación.
La economía ambiental reconoce que el valor económico que se asigne en cada caso por los especialistas no necesariamente corresponde al valor real que estos bienes y servicios tienen para la vida humana y los ecosistemas a los que pertenecen, ya que la mayor parte de ellos son inasibles, inmensurables y por tanto invaluables.
Así pues, se trata únicamente de ejercicios susceptibles de ser aplicados en el interés de favorecer la sustentabilidad del planeta, con sus propias limitaciones y alcances en función del análisis específico que se realice con ellos. La valoración económica de los bienes y los servicios ambientales en general, así como sus implicaciones en términos de política, constituyen aún un tema de debate.