Pesca
Como ocurre con todas las actividades económicas que tienen una vinculación directa con el aprovechamiento de los recursos naturales, la interacción de la pesca con el medio ambiente es múltiple, por lo que el cuidado en las formas de explotación y manipulación de los recursos pesqueros es fundamental para su aprovechamiento sustentable.
La pesca en el mundo
La producción mundial de la pesca de captura y la acuicultura y el suministro de pescado para la alimentación son actualmente los mayores jamás registrados y siguen siendo muy importantes para la seguridad alimentaria mundial.
Se reconoce que la sobrecapacidad de pesca y el alcance mundial de las operaciones pesqueras continúan ejerciendo efectos nocivos en las poblaciones acuáticas y resulta cada vez más evidente la necesidad de tomar en cuenta el medio ambiente y las fluctuaciones climáticas naturales a largo plazo.
Hoy en día, 70% de las pesquerías comerciales del mundo enfrentan la sobrepesca. Nueve de las 17 principales zonas pesqueras del mundo muestran una seria reducción en su productividad, incluyendo el Golfo de Tailandia, el Mar del Norte, el Mediterráneo, las aguas del sureste asiático, los mares que rodean Australia y el Mar Báltico. Parte importante de la problemática es la vasta cantidad de las capturas incidentales especies atrapadas en redes, que no tienen un valor comercial hasta ahora reconocido, que son devueltas muertas al mar, y que a nivel mundial suman 30 millones de toneladas al año, equivalente a una tercera parte de la producción pesquera total, de acuerdo con la FAO.
Examen mundial de la pesca y la acuicultura
Los recursos pesqueros
Se reconoce que la sobrecapacidad de pesca y el alcance mundial de las operaciones pesqueras continúan ejerciendo efectos nocivos en las poblaciones acuáticas y resulta cada vez más evidente la necesidad de tomar en cuenta el medio ambiente y las fluctuaciones climáticas naturales a largo plazo.
Hoy en día, 70% de las pesquerías comerciales del mundo enfrentan la sobrepesca. Nueve de las 17 principales zonas pesqueras del mundo muestran una seria reducción en su productividad, incluyendo el Golfo de Tailandia, el Mar del Norte, el Mediterráneo, las aguas del sureste asiático, los mares que rodean Australia y el Mar Báltico. Parte importante de la problemática es la vasta cantidad de las capturas incidentales especies atrapadas en redes, que no tienen un valor comercial hasta ahora reconocido, que son devueltas muertas al mar, y que a nivel mundial suman 30 millones de toneladas al año, equivalente a una tercera parte de la producción pesquera total, de acuerdo con la FAO.
Examen mundial de la pesca y la acuicultura
Los recursos pesqueros
Pesca y medio ambiente
La conservación de los recursos pesqueros y de los ambientes acuáticos tanto en cantidad como en calidad suficientes para preservar la biodiversidad y garantizar aportaciones adecuadas a la economía no depende únicamente del sector pesquero.
Los ambientes naturales en donde se llevan a cabo las actividades productivas (lagos, ríos, lagunas y presas, además de ecosistemas costeros y marinos) han sido utilizados como depósitos para efluvios y descargas de todo tipo de desechos líquidos y sólidos desde hace siglos. No importa que la mayoría de los desechos no se vierta directamente al mar; tarde o temprano, el propio ciclo hidrológico se encarga de que todos estos materiales lleguen al ambiente marino.
La deforestación en las laderas, causada por la explotación inadecuada de los bosques y por el cambio de uso del suelo para ampliar la frontera agropecuaria, provoca una excesiva erosión del suelo por la lluvia que arrastra la carga de suelo y restos orgánicos hasta los arroyos y ríos, en los que se deteriora la calidad del agua pues el aumento de la cantidad de materia orgánica y de partículas reduce la cantidad de oxígeno disponible y la penetración de la luz solar. Estos factores tienen consecuencias de deterioro para las especies ribereñas, incluyendo los recursos pesqueros.
Además, en muchas corrientes se vierten desechos industriales y mineros que contienen contaminantes tóxicos, o escurrimientos de terrenos agrícolas con su carga de pesticidas, fungicidas, fertilizantes, desechos orgánicos derivado de las unidades de producción intensiva de ganado y aguas negras de los asentamientos humanos, que provocan la eutroficación del agua al fomentar el crecimiento de algas que cubren la superficie e impiden el paso de la luz solar. Bajo estas condiciones, los organismos dedicados a descomponer la materia orgánica se multiplican rápidamente y reducen la cantidad de oxígeno disuelto en el agua, lo que trae como consecuencia la muerte por asfixia de las demás especies.
Si los ríos llegan a un lago o a una presa, la reducción en la velocidad del agua permite que su carga de lodo y restos orgánicos se precipite al fondo, para formar una gruesa capa de sedimento. Este fenómeno sofoca la vida acuática del fondo de estos cuerpos de agua y acorta la vida útil de las presas ya que reduce la capacidad de almacenamiento del agua de lluvia. Este último efecto tiene repercusiones sociales y económicas muy graves, ya que disminuye los recursos de agua potable y para el riego (por no mencionar la industria y la generación de electricidad), y aumenta el riesgo y la intensidad de inundaciones cuesta abajo.
Cuando los ríos desembocan en una laguna costera, las consecuencias de su contaminación pueden ser especialmente graves, pues muchas especies aprovechadas en las pesquerías comerciales, como el camarón, empiezan sus ciclos de vida en estas lagunas.
El sedimento producto de la erosión no se detiene en las lagunas ni en los estuarios de los ríos que desembocan directamente al mar. Las imágenes de satélite han mostrado cómo las corrientes marinas arrastran los sedimentos para finalmente dispersarlos o precipitarlos lejos de las costas. Desde luego, estos sedimentos y los contaminantes que viajan con ellos provocan estragos en el ambiente marino.
Al igual que como sucede en los cuerpos de agua dulce, los fertilizantes y restos orgánicos llegan a causar eutroficación en vastas áreas mediante la proliferación de algas marinas que eliminan el oxígeno. Los contaminantes pueden ser ingeridos por peces o crustáceos que pueden resultar afectados de manera directa, o por humanos, a quienes pueden causarles enfermedades.
Entre los peores resultados derivados del arrastre de sedimentos de origen terrestre en el ámbito marino está la destrucción de los arrecifes coralinos. Generalmente, estos ecosistemas se sitúan cerca de la costa, por lo que constituyen el primer obstáculo al agua cargada con sedimentos. Al disminuir su velocidad, los lodos precipitados cubren poco a poco los rugosos arrecifes y éstos y sus algas simbióticas mueren por asfixia, llegándose a perder el ecosistema por completo.
El enorme impacto de la destrucción de los arrecifes coralinos puede ser plenamente comprendido si se considera que tardan miles de años para constituirse, que son los ecosistemas más diversos del medio marino y el hábitat preferido para la reproducción y crecimiento de muchas de las más importantes especies comerciales de peces.
La conservación y el aprovechamiento sustentable de los recursos pesqueros y acuáticos solamente puede lograrse mediante un enfoque integral de gestión de los recursos naturales y el medio ambiente.
Los ambientes naturales en donde se llevan a cabo las actividades productivas (lagos, ríos, lagunas y presas, además de ecosistemas costeros y marinos) han sido utilizados como depósitos para efluvios y descargas de todo tipo de desechos líquidos y sólidos desde hace siglos. No importa que la mayoría de los desechos no se vierta directamente al mar; tarde o temprano, el propio ciclo hidrológico se encarga de que todos estos materiales lleguen al ambiente marino.
La deforestación en las laderas, causada por la explotación inadecuada de los bosques y por el cambio de uso del suelo para ampliar la frontera agropecuaria, provoca una excesiva erosión del suelo por la lluvia que arrastra la carga de suelo y restos orgánicos hasta los arroyos y ríos, en los que se deteriora la calidad del agua pues el aumento de la cantidad de materia orgánica y de partículas reduce la cantidad de oxígeno disponible y la penetración de la luz solar. Estos factores tienen consecuencias de deterioro para las especies ribereñas, incluyendo los recursos pesqueros.
Además, en muchas corrientes se vierten desechos industriales y mineros que contienen contaminantes tóxicos, o escurrimientos de terrenos agrícolas con su carga de pesticidas, fungicidas, fertilizantes, desechos orgánicos derivado de las unidades de producción intensiva de ganado y aguas negras de los asentamientos humanos, que provocan la eutroficación del agua al fomentar el crecimiento de algas que cubren la superficie e impiden el paso de la luz solar. Bajo estas condiciones, los organismos dedicados a descomponer la materia orgánica se multiplican rápidamente y reducen la cantidad de oxígeno disuelto en el agua, lo que trae como consecuencia la muerte por asfixia de las demás especies.
Si los ríos llegan a un lago o a una presa, la reducción en la velocidad del agua permite que su carga de lodo y restos orgánicos se precipite al fondo, para formar una gruesa capa de sedimento. Este fenómeno sofoca la vida acuática del fondo de estos cuerpos de agua y acorta la vida útil de las presas ya que reduce la capacidad de almacenamiento del agua de lluvia. Este último efecto tiene repercusiones sociales y económicas muy graves, ya que disminuye los recursos de agua potable y para el riego (por no mencionar la industria y la generación de electricidad), y aumenta el riesgo y la intensidad de inundaciones cuesta abajo.
Cuando los ríos desembocan en una laguna costera, las consecuencias de su contaminación pueden ser especialmente graves, pues muchas especies aprovechadas en las pesquerías comerciales, como el camarón, empiezan sus ciclos de vida en estas lagunas.
El sedimento producto de la erosión no se detiene en las lagunas ni en los estuarios de los ríos que desembocan directamente al mar. Las imágenes de satélite han mostrado cómo las corrientes marinas arrastran los sedimentos para finalmente dispersarlos o precipitarlos lejos de las costas. Desde luego, estos sedimentos y los contaminantes que viajan con ellos provocan estragos en el ambiente marino.
Al igual que como sucede en los cuerpos de agua dulce, los fertilizantes y restos orgánicos llegan a causar eutroficación en vastas áreas mediante la proliferación de algas marinas que eliminan el oxígeno. Los contaminantes pueden ser ingeridos por peces o crustáceos que pueden resultar afectados de manera directa, o por humanos, a quienes pueden causarles enfermedades.
Entre los peores resultados derivados del arrastre de sedimentos de origen terrestre en el ámbito marino está la destrucción de los arrecifes coralinos. Generalmente, estos ecosistemas se sitúan cerca de la costa, por lo que constituyen el primer obstáculo al agua cargada con sedimentos. Al disminuir su velocidad, los lodos precipitados cubren poco a poco los rugosos arrecifes y éstos y sus algas simbióticas mueren por asfixia, llegándose a perder el ecosistema por completo.
El enorme impacto de la destrucción de los arrecifes coralinos puede ser plenamente comprendido si se considera que tardan miles de años para constituirse, que son los ecosistemas más diversos del medio marino y el hábitat preferido para la reproducción y crecimiento de muchas de las más importantes especies comerciales de peces.
La conservación y el aprovechamiento sustentable de los recursos pesqueros y acuáticos solamente puede lograrse mediante un enfoque integral de gestión de los recursos naturales y el medio ambiente.
Valor económico y alimentario de la pesca
El comercio internacional de productos pesqueros alcanzó en el año 2000 un valor de 55,200 millones de dólares EE.UU., y presenta una tasa de crecimiento anual del 4 por ciento. El comercio neto de exportación de los países en desarrollo aumentó de 10,000 millones de dólares en 1990 a 18,000 en 2000, lo que equivale a un crecimiento del 45%.
El empleo en los sectores de la producción primaria de pesca de captura y acuicultura se ha mantenido relativamente estable desde 1995, y se calcula que en 2000 trabajaban en ellos unos 35 millones de personas. De ese total, el 65 por ciento correspondía a la pesca de captura marina, el 15 por ciento a la pesca de captura continental y el 20 por ciento a la acuicultura.
La pesca proporciona más de 15% del suministro total de proteínas animales. Sin embargo, la población mundial ha crecido con mayor rapidez que el suministro total de pescado para la alimentación que proporciona la producción, lo que se traduce en una reducción del suministro mundial de pescado per cápita.
El empleo en los sectores de la producción primaria de pesca de captura y acuicultura se ha mantenido relativamente estable desde 1995, y se calcula que en 2000 trabajaban en ellos unos 35 millones de personas. De ese total, el 65 por ciento correspondía a la pesca de captura marina, el 15 por ciento a la pesca de captura continental y el 20 por ciento a la acuicultura.
La pesca proporciona más de 15% del suministro total de proteínas animales. Sin embargo, la población mundial ha crecido con mayor rapidez que el suministro total de pescado para la alimentación que proporciona la producción, lo que se traduce en una reducción del suministro mundial de pescado per cápita.
Sostenibilidad pesquera
Se reconoce cada vez más que la utilización sostenible de los recursos acuáticos vivos en el mundo puede conseguirse solamente si se determinan explícitamente y se comprenden en la medida de lo posible tanto los efectos del ecosistema en los recursos vivos como los efectos de la pesca en el ecosistema, y también que los pescadores son parte integrante del ecosistema y que es preciso conseguir el bienestar tanto del ecosistema como de los seres humanos.
Por ello hay que superar el enfoque tradicional de la ordenación pesquera que considera las especies a las que se dirige como poblaciones independientes y autosostenidas.
Enfoque de ecosistemas en la ordenación de la pesca
Por ello hay que superar el enfoque tradicional de la ordenación pesquera que considera las especies a las que se dirige como poblaciones independientes y autosostenidas.
Enfoque de ecosistemas en la ordenación de la pesca
La pesca en México
México posee 11,592.8 km de litoral, 231,813 km2 de mares territoriales (hasta 22.2 km de distancia de la costa) y 2'715,012 km2 de Zona Económica Exclusiva (desde 22.2 km de distancia de la costa hasta los 370.6 km de distancia). También tiene 29 mil km2 (2.9 millones de ha) de aguas interiores comprendidas por ríos, lagos, presas y lagunas en 314 cuencas hidrológicas.
En estos vastos recursos de agua salada y dulce se encuentran distribuidos distintos ecosistemas acuáticos: arrecifes coralinos, manglares, lagos intermontanos, cañones bentónicos (en las profundidades del mar asociados con fallas tectónicas y con una biodiversidad muy importante y de descubrimiento reciente), bosques de algas, estuarios, profundos mares oceánicos, etcétera.
Todos estos ambientes proveen el hábitat para una riqueza biológica también muy importante, que incluye 35% de todas las especies de cetáceos (ballenas y delfines) del mundo. En México desovan siete de las ocho especies de tortuga marina del mundo. Hay importantes existencias de peces de ornato, peces aprovechados para la pesca deportiva (marlín, pez vela, pez espada, entre otros), crustáceos, plantas marinas y otras más.
Para el año 2000, la producción pesquera de México se situó en alrededor de 1.4 millones de toneladas. Las tres principales pesquerías del país camarón, atún y sardina, que representaban 45% de la producción total.
La producción pesquera se encuentra repartida de la siguiente forma: 84% corresponde a capturas en las aguas de la plataforma continental y aguas oceánicas, 3% más a capturas en aguas interiores y 13% a la producción acuícola. El Pacífico representa 72% del total, mientras el litoral del Golfo y el Caribe 26%. El 3% restante de la producción pesquera se efectúa en aguas interiores.
En estos vastos recursos de agua salada y dulce se encuentran distribuidos distintos ecosistemas acuáticos: arrecifes coralinos, manglares, lagos intermontanos, cañones bentónicos (en las profundidades del mar asociados con fallas tectónicas y con una biodiversidad muy importante y de descubrimiento reciente), bosques de algas, estuarios, profundos mares oceánicos, etcétera.
Todos estos ambientes proveen el hábitat para una riqueza biológica también muy importante, que incluye 35% de todas las especies de cetáceos (ballenas y delfines) del mundo. En México desovan siete de las ocho especies de tortuga marina del mundo. Hay importantes existencias de peces de ornato, peces aprovechados para la pesca deportiva (marlín, pez vela, pez espada, entre otros), crustáceos, plantas marinas y otras más.
Para el año 2000, la producción pesquera de México se situó en alrededor de 1.4 millones de toneladas. Las tres principales pesquerías del país camarón, atún y sardina, que representaban 45% de la producción total.
La producción pesquera se encuentra repartida de la siguiente forma: 84% corresponde a capturas en las aguas de la plataforma continental y aguas oceánicas, 3% más a capturas en aguas interiores y 13% a la producción acuícola. El Pacífico representa 72% del total, mientras el litoral del Golfo y el Caribe 26%. El 3% restante de la producción pesquera se efectúa en aguas interiores.
Recursos pesqueros de México
En total, en aguas mexicanas existen alrededor de 2,500 especies de peces, de las cuales 350 se explotan de manera regular por el sector pesquero. En cuanto a la disponibilidad de los recursos pesqueros comerciales, la variabilidad climática y oceanográfica presenta distintos impactos en las diferentes regiones pesqueras.
La costa occidental de Baja California está dominada por el Sistema de la Corriente de California, de aguas frías altamente productivas y áreas de surgencia. El resto del Pacífico recibe la influencia de las aguas cálidas de la corriente ecuatorial, que favorecen una gran biodiversidad pero con bajos índices de producción primaria, con excepción del Golfo de Tehuantepec. El Golfo de California presenta características intermedias, con especies de ambos regímenes en un sistema oceanográfico casi cerrado. El Golfo de México tiene en el sur una plataforma continental amplia, de aguas muy productivas, mientras que el Caribe es relativamente poco productivo para fines pesqueros.
El aprovechamiento de los recursos pesqueros se realiza en tres tipos de pesquería:
Pesca de altura. Se realiza generalmente a grandes distancias de la costa, muchas veces en aguas oceánicas, rebasando los mares territoriales e inclusive los límites de la Zona Económica Exclusiva. Las embarcaciones y artes de pesca empleadas son aptas para las grandes profundidades que predominan en estos ambientes. Entre las especies propias de las pesquerías de altura se encuentran los túnidos (atún y barrilete, principalmente), varias especies de camarón, las sardinas y los tiburones oceánicos.
Pesca ribereña. La captura o extracción de recursos pesqueros se realiza en bahías, sistemas lagunares, estuarios y en el mar, hasta un límite de tres millas náuticas (5.6 km) de la costa. En la mayoría de los casos se practica con embarcaciones menores (con arqueo neto inferior a las 10 toneladas). Entre las especies propias de las pesquerías ribereñas se encuentran el camarón, peces de escama, langosta y pulpo.
Acuacultura o cultivo de especies. Es el cultivo de la flora y fauna acuáticas mediante la producción controlada de postlarvas, crías, larvas, huevos, etcétera, y/o el desarrollo y engorda de éstos en estanques artificiales, lagos, presas, así como en instalaciones ubicadas en bahías, estuarios y lagunas costeras, en el medio marino. Entre las especies propias de las pesquerías acuícolas se encuentran varias de camarón, ostión, carpa y trucha.
La costa occidental de Baja California está dominada por el Sistema de la Corriente de California, de aguas frías altamente productivas y áreas de surgencia. El resto del Pacífico recibe la influencia de las aguas cálidas de la corriente ecuatorial, que favorecen una gran biodiversidad pero con bajos índices de producción primaria, con excepción del Golfo de Tehuantepec. El Golfo de California presenta características intermedias, con especies de ambos regímenes en un sistema oceanográfico casi cerrado. El Golfo de México tiene en el sur una plataforma continental amplia, de aguas muy productivas, mientras que el Caribe es relativamente poco productivo para fines pesqueros.
El aprovechamiento de los recursos pesqueros se realiza en tres tipos de pesquería:
Pesca de altura. Se realiza generalmente a grandes distancias de la costa, muchas veces en aguas oceánicas, rebasando los mares territoriales e inclusive los límites de la Zona Económica Exclusiva. Las embarcaciones y artes de pesca empleadas son aptas para las grandes profundidades que predominan en estos ambientes. Entre las especies propias de las pesquerías de altura se encuentran los túnidos (atún y barrilete, principalmente), varias especies de camarón, las sardinas y los tiburones oceánicos.
Pesca ribereña. La captura o extracción de recursos pesqueros se realiza en bahías, sistemas lagunares, estuarios y en el mar, hasta un límite de tres millas náuticas (5.6 km) de la costa. En la mayoría de los casos se practica con embarcaciones menores (con arqueo neto inferior a las 10 toneladas). Entre las especies propias de las pesquerías ribereñas se encuentran el camarón, peces de escama, langosta y pulpo.
Acuacultura o cultivo de especies. Es el cultivo de la flora y fauna acuáticas mediante la producción controlada de postlarvas, crías, larvas, huevos, etcétera, y/o el desarrollo y engorda de éstos en estanques artificiales, lagos, presas, así como en instalaciones ubicadas en bahías, estuarios y lagunas costeras, en el medio marino. Entre las especies propias de las pesquerías acuícolas se encuentran varias de camarón, ostión, carpa y trucha.
Pesca sostenible en México
Las actividades pesqueras representan una intervención humana directa en los ecosistemas acuáticos naturales. Por ello, las pautas de explotación de los recursos pesqueros, al igual que las de cualquier otro recurso natural renovable, deben permitir el mantenimiento de las existencias del recurso en el tiempo (cuando menos el mínimo necesario para garantizar la salud reproductiva de la especie), a la vez que se aprovecha una cantidad suficiente para satisfacer las necesidades alimenticias y económicas de la sociedad.
México ha desempeñado un papel importante en el ámbito internacional como promotor e impulsor del desarrollo de la actividad pesquera bajo criterios de aprovechamiento racional. La concreción de esto quedó reflejada al aceptarse plenamente la propuesta de nuestro país realizada en 1992 para la formulación del Código de Conducta para la Pesca Responsable. Dicho Código se ha constituido en el principal instrumento en el ámbito internacional para orientar el ejercicio de la pesca bajo principios de aprovechamiento óptimo y sustentable.
México ha desempeñado un papel importante en el ámbito internacional como promotor e impulsor del desarrollo de la actividad pesquera bajo criterios de aprovechamiento racional. La concreción de esto quedó reflejada al aceptarse plenamente la propuesta de nuestro país realizada en 1992 para la formulación del Código de Conducta para la Pesca Responsable. Dicho Código se ha constituido en el principal instrumento en el ámbito internacional para orientar el ejercicio de la pesca bajo principios de aprovechamiento óptimo y sustentable.